Almafuerte
Obrera sublime, bendita señora:
la tarde ha
llegado también para vos.
¡La tarde,
que dice: descanso!…la hora
de dar a los
niños el último adiós.
Mas no
desespere la santa maestra:
no todo en
el mundo del todo se va;
usted será
siempre la brújula nuestra,
¡la sola
querida segunda mamá!
Pasando los
meses, pasando los años,
seremos
adultos, geniales tal vez…
¡mas nunca
los hechos más grandes o extraños
desfloran
del todo la eterna niñez!
En medio a
los rostros que amante conserva
la noble, la
pura memoria filial,
cual una
solemne visión de Minerva,
su imagen,
señora, tendrá su sitial.
Y allí donde
quiera la ley del ambiente
nimbar
nuestras vidas, clavar nuestra cruz,
la escuela
ha de alzarse fantásticamente,
cual una
suntuosa gran torre de luz.
¡No gima, no
llore la santa maestra:
no todo en
el mundo del todo se va;
usted será
siempre la brújula nuestra,
¡la sola
querida segunda mamá!
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