Fuente: eluniversal.com.co
"Permaneció 20 minutos ante la imagen antigua de la virgen y depositó un ramo de flores, muy sencillo y simple", contó a la AFP Giuseppe, uno de los 15 seminaristas, monjas y prelados que asistieron a la primera salida fuera del Vaticano del papa jesuita, quien ocupa desde la víspera la silla de San Pedro.
"Llevaba la sotana blanca, zapatos negros y no rojos, su anillo de cardenal y una cruz de plata", contó emocionado el religioso por haber podido formar parte de ese grupo privilegiado que lo acompañó a rezar muy temprano dentro de la basílica de Santa María la Mayor, cerrada al público y conocida por haber alojado a las mayores congregaciones de los primeros cristianos en Roma.
"Oren por el Papa", les pidió en italiano, tal como solicitó la víspera a la muchedumbre entusiasmada congregada en la plaza de San Pedro, un gesto sorprendente, casi una revolución para el líder de la Iglesia de 1.200 millones de católicos, al pedir al mundo que bendiga a su obispo y no impartiendo la bendición al mundo.
"Recen por mí y nos vemos pronto. Mañana pediré a la Virgen que proteja Roma. Buenas noches a todos y que descansen", anunció en ese primer mensaje como pontífice trasmitido en directa por los canales de televisión de medio mundo.
El nuevo Papa rindió homenaje en la pequeña capilla Paulina, en el lado lateral izquierdo de la enorme basílica, a un pequeño icono dorado de la virgen bizantina Sales Populus Romana, que según la tradición fue pintada por Lucas el Evangelista.
Al término de la oración, saludó uno por uno a los presentes así como a todo el personal que trabaja en la basílica y los asistentes laicos del templo de la asociación Cabildo Liberiano, que custodia preciosos documentos históricos.
En ese breve acto, comparable a los realizados a finales de los años 70 por el papa polaco Juan Pablo II al inicio de su pontificado -de quien se decía que paseaba en total anonimato por la Ciudad Eterna-, Francisco estaba acompañado entre otros por el prefecto de la Casa Pontificia, George Gänswein, secretario privado del papa emérito Benedicto XVI, y su adjunto, Leonardo Sapienza, mientras el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, jesuita como él, lo esperaba en el interior.
El pontífice entró en la céntrica basílica romana por una entrada lateral y llegó al templo a bordo de uno de los dos coches oficiales, pero no en el que suele ser asignado a los papas, con la famosa placa "CV1" (Ciudad del Vaticano 1).
El cortejo papal fue precedido por una escolta de motoristas del cuerpo de la policía italiana, que desde el amanecer había cerrado las calles aledañas de la céntrica plaza.
El pontífice argentino escogió la basílica de Roma, porque es justamente la diócesis que se asigna al nuevo papa.
En el exterior, decenas de fieles y curiosos se mezclabas con fotógrafos y periodistas que aguardaban la llegada del papa.
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