Domingo 20 - La Ascensión del Señor. (S). Blanco.
Según el libro de los Hechos de los apóstoles, luego de su
Resurrección, durante cuarenta días, Jesús se siguió apareciendo visiblemente a
la comunidad. Terminado ese tiempo, pasó a estar junto al Padre, al lugar que
le corresponde, en su gloria y divinidad.
PRIMERA LECTURA
Hech 1, 1-11
Lectura de los Hechos de los apóstoles.
En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo
y enseñó Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después
de haber dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los
Apóstoles que había elegido. Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos
dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se les
apareció y les habló del Reino de Dios. En una ocasión, mientras estaba
comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran
la promesa del Padre: "La promesa, les dijo, que yo les he anunciado.
Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu
Santo, dentro de pocos días". Los que estaban reunidos le preguntaron:
"Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?". Él les
respondió: "No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento
que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza
del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra".
Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista
de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús
subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
"Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les
ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han
visto partir".
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 46, 2-3. 6-9
R. El Señor asciende entre
aclamaciones. O bien: Aleluya.
Aplaudan, todos los pueblos, aclamen al Señor con gritos de
alegría; porque el Señor, el Altísimo, es temible, es el soberano de toda la
tierra. R.
El Señor asciende entre aclamaciones, asciende al sonido de
trompetas. Canten, canten a nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey. R.
El Señor es el Rey de toda la tierra, cántenle un hermoso himno.
El Señor reina sobre las naciones el Señor se sienta en su trono sagrado. R.
SEGUNDA LECTURA
Ef 1, 17- 23
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de
Éfeso.
Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la
gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita
conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan
valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que
encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder
con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Éste
es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los
muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de
todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que
pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro. Él puso todas las
cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia,
que es su Cuerpo y la Plenitud de Aquél que llena completamente todas las
cosas.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Mc 16, 15-20
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: "Vayan
por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y
se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios
acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán
nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un
veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y
los sanarán". Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al
cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas
partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la
acompañaban.
Palabra del Señor.
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