Domingo 14 -
Domingo 3º de Pascua. Blanco.
PRIMERA
LECTURA
Hech 5,
27-32. 40b-41
Lectura de
los Hechos de los Apóstoles.
Cuando los
Apóstoles fueron llevados al Sanedrín, el Sumo Sacerdote les dijo: "Nosotros
les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han
llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la
sangre de ese hombre!". Pedro, junto con los Apóstoles, respondió:
"Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros
padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del
patíbulo. A él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin
de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos
testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los
que le obedecen". Después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el
nombre de Jesús y los soltaron. Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín,
dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el Nombre de Jesús.
Palabra de
Dios.
SALMO
Sal 29, 2.
4-6. 11-12a. 13b
R. Yo te
glorifico, Señor, porque tú me libraste. O bien: Aleluya.
Yo te
glorifico, Señor, porque tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se
rieran de mí. Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando
estaba entre los que bajan al sepulcro. R.
Canten al
Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre, porque su enojo dura un
instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por
la mañana renace la alegría. R.
"Escucha,
Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor". Tú convertiste mi lamento
en júbilo. ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! R.
SEGUNDA
LECTURA
Apoc 5,
11-14
Lectura del
libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, oí
la voz de una multitud de Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Seres
Vivientes y de los Ancianos. Su número se contaba por miles y millones, y
exclamaban con voz potente: "El Cordero que ha sido inmolado es digno de
recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y
la alabanza". También oí que todas las criaturas que están en el cielo,
sobre la tierra, debajo de ella y en el mar, y todo lo que hay en ellos,
decían: "Al que está sentado sobre el trono y al Cordero, alabanza, honor,
gloria y poder, por los siglos de los siglos". Los cuatro Seres Vivientes
decían: "¡Amén!", y los Ancianos se postraron en actitud de adoración.
Palabra de
Dios.
Aleluya.
Resucitó Cristo, que creó todas las cosas y tuvo misericordia de su pueblo.
Aleluya.
EVANGELIO
Jn 21, 1-19
Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús
resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de
tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo,
Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos
también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no
pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no
sabían que era él. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para
comer?". Ellos respondieron: "No". Él les dijo: "Tiren la
red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó
tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo
a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se
ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los
otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque
estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que
había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo:
"Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar". Simón Pedro
subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento
cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
"Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle:
"¿Quién eres?", porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó
el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que
Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Después de comer, Jesús dijo a
Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?". Él le
respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo:
"Apacienta mis corderos". Le volvió a decir por segunda vez: "Simón,
hijo de Juan, ¿me amas?". Él le respondió: "Sí, Señor, sabes que te
quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". Le preguntó por
tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se
entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo:
"Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo:
"Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te
vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos,
y otro te atará y te llevará a donde no quieras". De esta manera, indicaba
con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo:
"Sígueme".
Palabra del
Señor.
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