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martes, 30 de junio de 2020

Lecturas y Evangelio domingo 5 de Julio de 2020.


                                                            Fuente: www.ciudadredonda.org

Primera lectura
Lectura de la profecía de Zacarías (9,9-10):

Así dice el Señor: «Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.»
Palabra de Dios

Salmo
Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14

R/.
 Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,9.11-13):

Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.
Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Palabra del Señor

jueves, 25 de junio de 2020

Lecturas y Evangelio domingo 28 de Junio de 2020.

             
                                                                       Fuente: www.ciudadredonda.org

Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (4,8-11.14-16a):

Un día pasaba Eliseo por Sunam, y una mujer rica lo invitó con insistencia a comer. Y, siempre que pasaba por allí, iba a comer a su casa.
Ella dijo a su marido: «Me consta que ese hombre de Dios es un santo; con frecuencia pasa por nuestra casa. Vamos a prepararle una habitación pequeña, cerrada, en el piso superior; le ponemos allí una cama, una mesa, una silla y un candil, y así, cuando venga a visitarnos, se quedará aquí.»
Un día llegó allí, entró en la habitación y se acostó.
Dijo a su criado Guejazi: «¿Qué podríamos hacer por ella?»
Guejazi comentó: «Qué sé yo. No tiene hijos, y su marido es viejo.»
Eliseo dijo: «Llámala.»
La llamó. Ella se quedó junto a la puerta, y Eliseo le dijo: «El año que viene, por estas fechas, abrazarás a un hijo.»
Palabra de Dios

Salmo
Sal 88,2-3.16-17.18-19

R/.
 Cantaré eternamente
las misericordias del Señor


Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
camina, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6,3-4.8-11):

Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,37-42):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»
Palabra del Señor


sábado, 13 de junio de 2020

¡NOS HACES FELICES, POR TU EUCARISTÍA!


                                                                       Presbítero José Luis Carvajal
Nos haces felices por la Eucaristía,
por tu Vida entregada,
por tu Sangre vertida...
Saboreamos tu "Pan de cada día"
y nos regocijan: tu ternura y tu alegría...
Nos haces felices, hecho Eucaristía...
Pareces pobre, aparentemente: "pan y vino";
pero eres: Persona divina y que siempre invita; y siempre se entrega, y se brinda...
Amor, que atrae y no esclaviza...
¡Amor que descansa, que fortalece y suaviza, Amor de Eucaristía!
Eres "acción de gracias",
pero también el Amor, que amor "mendiga"...
¡Te humillas, te abajas tanto
que parece mentira
que Dios sea tan hermano
y viva nuestra misma vida!...
¡Nos haces felices, Hostia partida;
pero no con falsa apariencia divertida;
sino con aquella dicha
que solo das a los que buscamos:
hacer, cada día, de nuestras propias vidas: pan multiplicado y una Eucaristía!...


jueves, 11 de junio de 2020

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Domingo 14 de Junio 2020


                                                                      

                                                            Fuente: www.ciudadredonda.org


Primera lectura

Lectura del libro del Deuteronomio (8,2-3.14b-16a):

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 147,12-13.14-15.19-20

R/.
 Glorifica al Señor, Jerusalén

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,16-17):

El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.

Palabra de Dios

Evangelio


     Lectura del santo evangelio según san Juan (6,51-58):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor

miércoles, 10 de junio de 2020

Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús.


Fuente: Catholic.net
Origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Santa Margarita María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la Visitación. Tenía un gran amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por ella.

Se le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella y a todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se alejaran de Él por el pecado.
Durante estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a tenerle devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para que su Corazón no sufra más con nuestros pecados.

El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él quiere que todos lleguemos al Cielo con Él. Nosotros podemos demostrar nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto precisamente consiste la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.


Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos, le concederá lo siguiente:

1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado (casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas las aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre todo, a la hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gracia de la penitencia final: es decir, no morirán en desgracia y sin haber recibido los Sacramentos.


Sagrado Corazón de Jesús.


Adoramos el Corazón de Cristo porque es el corazón del Verbo encarnado, del Hijo de Dios hecho hombre


Por: Teresa Vallés | Fuente: Catholic.net 




Explicación de la fiesta

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.

La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.

Esto significa que debemos vivir este mes demostrándole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.

Debemos vivir recordándolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.).
Debemos, por tanto, pensar si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.

Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de junio y durante todo el año.

martes, 9 de junio de 2020

Bienaventuranzas.



Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.» Palabra de Dios

domingo, 7 de junio de 2020

Miradas.



Hay miradas que llevan un tesoro;
cuyas sonrisas, consuelan y acarician.
Son miradas que perciben quienes somos,
son miradas que suavizan las heridas...
Hay miradas que siempre nos abrazan,
aunque sucios estemos, del peor lodo.
Y...¡Ay!...Hay miradas que nos juzgan
y reprimen, sin siquiera conocernos un poco...
Hay miradas que adivinan...
Que rozan, que siempre engendran vida...
Son miradas, plenas de lo hermoso,
capaces de saciar la sed cautiva...
Hay miradas, por fin, que encandilan
y que tienen aroma, color y melodía.
Esas miradas, ¡bellas armonías!,
que motivan nuestros pasos, día a día...

Presbítero José Luis Carvajal



jueves, 4 de junio de 2020

7 de Junio: Santísima Trinidad


El “Domingo de la Santísima Trinidad” tiene lugar el 7 de junio de 2020, es justo el domingo después de Pentecostés. La Santísima Trinidad es ciertamente un misterio, una verdad de fe que Dios nos ha ido revelando poco a poco. El Espíritu Santo es distinto del Padre y del Hijo, pero consustancial, igual y coeterno con ellos... un sólo Dios en tres personas distintas.

Esta fiesta comenzó a celebrarse hacia el año 1000, y fueron los monjes los que asignaron el domingo después de pentecostés para su celebración. El Domingo de la Santísima Trinidad fue instituído relativamente tarde, pero fue precedido por siglos de devoción al misterio que celebra. Fue en 1334 cuando el papa Juan XXII la introdujo como fiesta oficialmente en la Iglesia.

Celebrar esta solemnidad tiene sentido, puesto que por el Espíritu Santo llegamos a creer y a reconocer la Trinidad de personas en el único Dios verdadero. La Santísima Trinidad es ciertamente un misterio, pero un misterio en el cual nosotros estamos inmersos. Un océano que no podemos esperar abarcar en esta vida. 


Lecturas y Evangelio domingo 7 de junio de 2020


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro del Éxodo (34,4b-6.8-9):

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. 
El Señor pasó ante él, proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.» 
Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»

Palabra de Dios


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SALMO

Dn 3,52-56

R/.
 A ti gloria y alabanza por los siglos

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, 
bendito tu nombre santo y glorioso. R/. 

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/. 

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

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SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (13,11-13):

Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.

Palabra de Dios

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EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-18):

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Palabra del Señor




miércoles, 3 de junio de 2020

Descansa y confía.



Si estás pasando por un momento duro, espera, descansa un momento tu pena, y confía... 
Nada es para siempre, pero las ENSEÑANZAS se quedarán de por vida... 
Si por el contrario, la vida ahora te sonríe, BENDICE a Dios por ello, y DA un poco de alegría, apoyo, soporte y consuelo a quien en este momento te NECESITE... pues la VIDA, tarde o temprano, te dará lo que tú le hayas dado a ella.



lunes, 1 de junio de 2020

María, Madre de la Iglesia.





Por: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net 

Si queremos saber lo que significa María como Madre de la Iglesia, abrimos los Hechos de los Apóstoles y vemos cómo Lucas --que al principio de su Evangelio ha centrado los dos primeros capítulos en la Maternidad divina de María, ahora nos la presenta como la Madre de la Iglesia naciente.

Los cuatro Evangelios no nos dan la vida del Señor de una manera seguida, lógica y completa, como nos gustaría a nosotros tener la historia de Jesús. Todos sus hechos son semejantes a piezas de mosaico, que nosotros, bajo la guía del Espíritu, sabemos unir para alcanzar la imagen perfecta que Dios nos quiere mostrar del Señor.

Esto es lo que nos pasa con la figura de María en el Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles: piececitas sueltas que nos dan al fin una imagen singular y magnífica de María.

Empezamos por Marcos, y vemos cómo los creyentes somos la madre, hermanos y hermanas de Jesús. Ya no es la carne ni la sangre, o la generación natural de los descendientes de Abraham, lo que constituye la familia o el Pueblo de Dios, sino la fe en Jesucristo.

Viene Lucas, y nos presenta a María como la gran creyente, de modo que Isabel, llena del Espíritu Santo, la colma con la alabanza suprema:

- ¡Dichosa tú, que has creído!

Así tenemos a María como doblemente Madre de Jesús: como quien le ha dado su ser de Hombre, y como quien lo ha concebido por la fe más profundamente que nadie. Lucas nos hace entender perfectamente a Marcos.
María, nos dice ahora Juan, lleva esta su fe hasta la noche oscurísima del Calvario --durante la que no ve nada, pero sigue creyendo con fe firmísima--, y es entonces cuando le declara Jesús la maternidad espiritual sobre todos los creyentes:

- Ahí tienes a tu hijo.

Esto, lo que le dice a Ella. Y nos comunica a continuación a nosotros:

- Ahí tienes a tu madre.

Desde este momento, la Iglesia, representada por Juan, recibe a María y la cuida como Madre suya.

Mateo mira la fe como la estrella de los Magos, a los que guía hasta dar con Jesús, al que encuentran en los brazos de María, su Madre, la cual se lo ofrece para que lo adoren y le den el beso más tierno. De este modo, Mateo nos presenta a María como la gran dadora de Jesús a los hombres.

Los Hechos de los Apóstoles nos hacen ver a María en el centro del grupo. Pedro y los Apóstoles son la cabeza que rigen y gobiernan, y María es el corazón que llena de calor a la primera comunidad cristiana. Los Hechos la presentan al frente de la fe y de la oración, alentando la unión de los discípulos, primero esperando la venida del Espíritu y después viviendo el fuego de Pentecostés.

Los Evangelios y los Hechos, nacidos en las primeras comunidades cristianas como expresión de su fe, nos presentan así a María. Y así es también como nosotros la vemos, la creemos y la vivimos, pues somos la misma Iglesia que enlazamos con los Apóstoles, unidos en Pedro su cabeza.
Aunque no lo escriban expresamente los Hechos, pero, por lo que nos dice en ellos la misma Palabra de Dios, es fácil imaginarse la actitud y quehacer de María dentro de aquella Iglesia primitiva.

La vemos, ante todo, evangelizar a Jesús en los misterios de la Infancia. Todos los especialistas de la Biblia nos hacen ver cómo lo que sabemos de Jesús por Mateo y Lucas en sus primeros años tiene por fuente única a la Virgen María. Sólo Ella era la depositaria de unos hechos de Jesús desconocidos de todos. Unicamente su Madre, que había observado, meditado y guardado todo en su corazón, podía transmitirlo a la Iglesia.

María, que cuidaba de Juan como de un hijo, volvió a llevar en Jerusalén la vida escondida de Nazaret, metida en los quehaceres de casa como cualquier otra mujer, pero conocida ahora como La Madre del Señor Jesús, querida y venerada de todos.

María, que siguió muchos de los caminos de Jesús por Galilea, seguía ahora las actuaciones de los apóstoles de su Jesús, a los que decía lo que el Evangelio de Juan, con mucha intención, pone en sus labios como dirigido a los criados de la boda:

- Haced lo que Jesús os diga, cumplid todo lo que Él os enseñó.

¡Y cómo amaba a los apóstoles! ¡Cómo los miraba! ¡Cómo los animaba! ¡Cómo los bendecía!... Ahora ya no había misterios sobre Jesús, y María y los apóstoles no podían sino amarse con el mismo Corazón del querido Hijo y adorado Maestro.

Por el libro de los Hechos sabemos que todos se reunían para la Fracción del Pan, convencidos de la presencia real del Señor en la Eucaristía. ¿Cómo recibiría María a Jesús, el mismo Pan divino que se horneó en sus entrañas de Madre? Es fácil adivinarlo.

La Comunión de María era por fuerza una Comunión única, y en cada Comunión quedaba María, la llena de gracia, colmada cada vez de una gracia creciente hasta límites casi infinitos...

El amor nos dicta muchas cosas al hablar de María. Pero, aunque pongamos en las palabras todo nuestro corazón de hijos, preferimos hablar de María así, con la Palabra de Dios en la mano. Dios no ha podido ser más claro ni más explícito.

¿Puede haber un cristiano que no quiera a María?





Junio: Mes del Sagrado Corazón de Jesús


La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.
La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.
Esto significa que debemos vivir este mes demostrándole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.