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miércoles, 27 de marzo de 2013

Lecturas y Evangelio Domingo de Pascua 2013




Domingo de Pascua
PRIMERA LECTURA
Hech 10, 34a. 37-43
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Pedro, tomando la palabra, dijo: “Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección. Y nos envió a predicar al pueblo, y a atestiguar que él fue constituido por Dios juez de vivos y muertos. Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre”.
Palabra de Dios.

SALMO
Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23
R. Éste es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él.
O bien: Aleluya, aleluya, aleluya.

¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! R.

La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor. R.

La piedra que desecharon los construc- tores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. R.

SEGUNDA LECTURA
Col 3, 1-4
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.

Hermanos: ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la vida de ustedes, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
Jn 20, 1-9
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; éste no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.


Lecturas y Evangelio Sábado Santo



LECTURA

Éx 14, 15—15, 1a

Lectura del libro del Éxodo.


El Señor dijo a Moisés: “Ordena a los israelitas que reanuden la marcha. Y tú, con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para que puedan cruzarlo a pie. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, y ellos entrarán en el mar detrás de los israelitas. Así me cubriré de gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de sus carros y de sus guerreros. Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando yo me cubra de gloria a expensas del Faraón, de sus carros y de sus guerreros”. El Ángel de Dios, que avanzaba al frente del campamento de Israel, retrocedió hasta colocarse detrás de ellos; y la columna de nube se desplazó también de Israel. La nube era tenebrosa para unos, mientras que para los otros iluminaba la noche, de manera que en toda la noche no pudieron acercarse los unos a los otros. Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra seca. Las aguas se abrieron, y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda. Los egipcios los persiguieron, y toda la caballería del Faraón, sus carros y sus guerreros, entraron detrás de ellos en medio del mar. Cuando estaba por despuntar el alba, el Señor observó las tropas egipcias desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre ellos. Además, frenó las ruedas de sus carros de guerra, haciendo que avanzaran con dificultad. Los egipcios exclamaron: “Huyamos de Israel, porque el Señor combate en favor de ellos contra Egipto”. El Señor dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros”. Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar volvió a su cauce. Los egipcios ya habían emprendido la huida, pero se encontraron con las aguas, y el Señor los hundió en el mar. Las aguas envolvieron totalmente a los carros y a los guerreros de todo el ejército del Faraón que habían entrado en medio del mar para perseguir a los israelitas. Ni uno solo se salvó. Los israelitas, en cambio, fueron caminando por el cauce seco del mar, mientras las aguas formaban una muralla a derecha e izquierda. Aquel día, el Señor salvó a Israel de las manos de los egipcios. Israel vio los cadáveres de los egipcios que yacían a la orilla del mar, y fue testigo de la hazaña que el Señor realizó contra Egipto. El pueblo temió al Señor, y creyó en él y en Moisés, su servidor. Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor.

Palabra de Dios.



SALMO

Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23

Aleluya, aleluya, aleluya.

¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! R.


La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor. R.


La piedra que desecharon los construc- tores, es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. R.



EVANGELIO

Lc 24, 1-12

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.


El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día’”. Y las mujeres recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido.

Palabra del Señor.


martes, 26 de marzo de 2013

El resucitado está entre nosotros.



                                             P. Aderico Dolzani, ssp.

María Magdalena fue al sepulcro de madrugada, cuando todavía era oscuro y apenas había terminado el reposo sabático. Caminaba triste, despacio. Otras mujeres también fueron al sepulcro para arreglar la tumba y embalsamar el cuerpo de Jesús. Cuando lo habían bajado de la cruz, habían tenido que hacer todo muy rápido, se habían quedado sin tiempo. La Magdalena encontró el sepulcro vacío,por eso corrió a buscar a los hombres. Imaginaba que habían robado el cuerpo del Señor. Pensaría que los discípulos sabrían mejor qué hacer. Al enterarse, todos comenzaron a correr: apóstoles y mujeres. El sepulcro estaba vacío, las vendas, cuidadosamente dobladas, cosa no esperable de un ladrón. Los discípulos fueron, vieron y creyeron, aunque no habían comprendido que, según las escrituras, Jesús debía resucitar de entre los muertos. Nunca se había dado algo así. Poco a poco, fueron comprendiendo el misterio de Jesús, a medida que la fe iba iluminando su mente. Se parecía al caso de Lázaro, el amigo de Jesús. Pero Lázaro estaba vivo y vivía entre ellos. En cambio, esto de Jesús, se parecía más a un fantasma que a un resucitado como Lázaro. A Lázaro lo resucitó el Señor, pero volvería a morir. Cristo, por el contrario, resucitó para vivir para siempre. La resurrección de Cristo era el único dato que cambiaría definitivamente la vida de esas mujeres y de los apóstoles, así como puede y debe cambiar la perspectiva con la que nosotros miramos la vida. Celebrar la Pascua es mucho más que participar de todas las funciones de Semana Santa. Es el cambio que da nuestra vida cuando creemos verdaderamente en Cristo resucitado. La resurrección de Jesús es la gran noticia del evangelio, la que realmente cambia la historia de la humanidad. Celebrar la Pascua es pasar de una fe superficial a creer que el resucitado está vivo entre nosotros y en el mundo.


miércoles, 20 de marzo de 2013

Cántico del Hermano Sol.




Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti sólo, Altísimo corresponden
y ningún hombre es digno de mencionarte.

Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente messer hermano Sol,
el cual es día, y nos iluminas por él.
Y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por hermana Luna y las Estrellas:
en el cielo las has formado claras, preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor por hermano Viento,
y por Aire y Nublo y Sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por hermana Agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por hermano Fuego,
por el cual nos alumbra la noche:
y él es bello y jocundo y robusto y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por hermana nuestra madre Tierra,
la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos
con coloridas flores y hierba.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor
y soportan enfermedad y tribulación.
Dichosos aquellos que las sufrirán en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por hermana Muerte corporal,
de la que ningún hombre viviente puede escapar:
¡Ay de aquellos que morirán en los pecados mortales!
¡Dichosos los que encontrará en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alabad y bendecir a mi Señor
y dadle gracias y servidlo con gran humildad.

San Francisco de Asís