Domingo 23 - Domingo 4º de Adviento. Morado.
PRIMERA LECTURA
Miq 5, 1-4a
Lectura de la profecía de Miqueas.
Así habla el Señor: "Tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los
clanes de Judá, de ti, me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se
remontan al pasado, a un tiempo inmemorial. Por eso, el Señor los abandonará
hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de
sus hermanos volverá junto a los israelitas. Él se mantendrá de pie y los apacentará
con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos
habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra. ¡Y
él mismo será la paz!".
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 79, 2ac. 3b. 15-16. 18-19
R. Restáuranos, Señor del
universo.
Escucha, Pastor de Israel, tú que tienes el trono sobre los
querubines, resplandece, reafirma tu poder y ven a salvarnos. R.
Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste
vigoroso. R.
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha, al hombre que tú
fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos
tu Nombre. R.
SEGUNDA LECTURA
Heb 10, 5-10
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Cristo, al entrar en el mundo, dijo: "Tú no has
querido sacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo. No has mirado
con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios. Entonces dije: Dios,
aquí estoy, yo vengo ?como está escrito de mí en el libro de la Ley? para hacer
tu voluntad". Él comienza diciendo: "Tú no has querido ni has mirado
con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a
pesar de que están prescritos por la Ley". Y luego añade: "Aquí
estoy, yo vengo para hacer tu voluntad". Así declara abolido el primer
régimen para establecer el segundo. Y en virtud de esta voluntad quedamos
santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para
siempre.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lc 1, 39-45
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de
María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu
Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el
fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a
visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz
de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del
Señor".
Palabra del Señor.
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