Sábado 8 - La Inmaculada Concepción de la Virgen María (S). -
Blanco.
El 8 de diciembre de 1854, el papa Pío IX proclamó la fiesta de
la Inmaculada Concepción con el siguiente discurso: "Declaramos que la
doctrina que dice que María fue concebida sin pecado original, es doctrina
revelada por Dios y que a todos obliga a creerla como dogma de fe". Para
significar que María no fue alcanzada por el pecado, se la representa con un
pie sobre una serpiente.
PRIMERA LECTURA
Gn 3, 9-15. 20
Lectura del libro del Génesis.
Después que el hombre y la mujer comieron del árbol que Dios les
habría prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde
estás?". "Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo
porque estaba desnudo. Por eso me escondí". Él replicó: "¿Y quién te
dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?".
El hombre respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo
comí de él". El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante
cosa?". La mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí". Y
el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas
entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te
arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré
enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Él te aplastará
la cabeza y tú le acecharás el talón". El hombre dio a su mujer el nombre
de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 97, 1-4
R. ¡Canten al Señor un canto
nuevo, porque él hizo maravillas!
Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su
mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de
las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de
Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro
Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.
SEGUNDA LECTURA
Éf 1, 3-6. 11-12.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de
Éfeso.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos
ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos
ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e
irreprochables en su presencia, por el amor. Él nos predestinó a ser sus hijos
adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para
alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido. En él,
hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano para ser alabanza
de su gloria, según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme
a su voluntad.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lc 1, 26-38
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre
perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era
María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena
de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó
desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le
dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a
luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo
del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre
la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al
Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún
hombre?". El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre
ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo
y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a
pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su
sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces:
"Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra".
Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor.
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