¡Salve! Oh Sagrado Corazón de Jesús, vivo y vivificante fuente
de Vida Eterna,
tesoro infinito de la Divinidad, y horno ardiente de amor
divino. Tú eres mi
refugio, mi santuario, oh mi amable Salvador. Consume mi
corazón con el
fuego ardiendo en el que tuyo es siempre inflamada. Vierte sobre
mi alma
aquellas gracias que fluyen de tu amor, y que mi corazón este unido al
Tuyo,
que nuestra voluntad puede ser una, y mío en todas las cosas, de acuerdo
a Ti.
Que Tu divinidad sea igualmente la norma y el estado de todos mis deseos
y de
todas mis acciones. Amén.
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