Seguidores

jueves, 26 de junio de 2014

Junio 29, Domingo Santos Pedro y Pablo, apóstoles.



Como verdaderos testigos de Jesucristo, san Pedro y san Pablo dieron su vida en el martirio. La tradición cristiana ubica estos hechos en Roma, durante alguna de las persecuciones del emperador Nerón (entre los años 64 y 68 d.C.). Ellos realizaron la misión del apostolado anunciando la Buena Noticia de Jesucristo con valentía y sin volverse atrás ante las adversidades. Toda la Iglesia hoy los ensalza, y aprovecha esta celebración para renovar su compromiso con el anuncio del Evangelio.

1ª Lectura    Hech 12, 1-11

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

El rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de “los panes ázimos”. Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él. La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas, y los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión. De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: “¡Levántate rápido!”. Entonces las cadenas se le cayeron de las manos. El Ángel le dijo: “Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias”, y Pedro lo hizo. Después le dijo: “Cúbrete con el manto y sígueme”. Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía tener una visión. Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él. Pedro, volviendo en sí, dijo: “Ahora sé que realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío”.
Palabra de Dios.

Salmo 33, 2-9

R. El Señor me libró de todos mis temores.

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su nombre todos juntos. Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores. R.

Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

El Ángel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se refugian! R.

2ª Lectura    2Tim 4, 6-8. 17-18

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.

Querido hijo: Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación. El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león. El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.

Evangelio               Mt 16, 13-19

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. “Y ustedes –les preguntó–, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.

Palabra del Señor.


Oración al Sagrado Corazón.




¡Salve! Oh Sagrado Corazón de Jesús, vivo y vivificante fuente de Vida Eterna, 
tesoro infinito de la Divinidad, y horno ardiente de amor divino. Tú eres mi 
refugio, mi santuario, oh mi amable Salvador. Consume mi corazón con el 
fuego ardiendo en el que tuyo es siempre inflamada. Vierte sobre mi alma 
aquellas gracias que fluyen de tu amor, y que mi corazón este unido al Tuyo, 
que nuestra voluntad puede ser una, y mío en todas las cosas, de acuerdo a Ti. 
Que Tu divinidad sea igualmente la norma y el estado de todos mis deseos y de
 todas mis acciones. Amén.


miércoles, 25 de junio de 2014

Cuando yo me vaya.




Autor: CARLOS ALBERTO BOAGLIO



Cuando yo me vaya, no quiero que llores, 
quédate en silencio, sin decir palabras, 
y vive recuerdos, reconforta el alma.

Cuando yo me duerma, respeta mi sueño, 
por algo me duermo; por algo me he ido.

Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, 
y casi en el aire, con paso muy fino, 
búscame en mi casa, 
búscame en mis libros, búscame en mis cartas, 
y entre los papeles que he escrito apurado.

Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco 
y puedes usar todos mis zapatos. 
Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama, 
y cuando haga frío, ponte mis bufandas.

Te puedes comer todo el chocolate 
y beberte el vino que dejé guardado. 
Escucha ese tema que a mí me gustaba, 
usa mi perfume y riega mis plantas.

Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima, 
corre hacia el espacio, libera tu alma, 
palpa la poesía, la música, el canto 
y deja que el viento juegue con tu cara. 
Besa bien la tierra, toma toda el agua 
y aprende el idioma vivo de los pájaros.

Si me extrañas mucho, disimula el acto, 
búscame en los niños, el café, la radio 
y en el sitio ése donde me ocultaba.

No pronuncies nunca la palabra muerte. 
A veces es más triste vivir olvidado 
que morir mil veces y ser recordado.

Cuando yo me duerma, 
no me lleves flores a una tumba amarga, 
grita con la fuerza de toda tu entraña 
que el mundo está vivo y sigue su marcha.

La llama encendida no se va a apagar 
por el simple hecho de que no esté más.


Ayúdame Señor.



Ayúdame Señor Jesús a no ser tentando.

Ayúdame a hacer silencio, quiero escuchar tu voz.

Toma mi mano, guíame al desierto, que nos encontremos a solas, Tu y yo.
Necesito contemplar tu rostro, me hace falta la calidez de tu voz, caminar juntos… Callar, para que hables Tú.
Quiero revisar mi vida, descubrir en que tengo que cambiar, afianzar lo que anda bien, sorprenderme con lo nuevo que me pides.
Me pongo en tus manos.
Ayúdame a dejar a un lado las corridas, las preocupaciones que llenan mi cabeza.
Barre mis dudas e inseguridades, quiero compartir mi vida y revisarla a tu lado.
Me tienta la incoherencia. Hablar mucho y hacer poco.
Mostrar facha de buen cristiano; pero adentro, donde Tú y yo conocemos, tengo mucho para cambiar.
Me tienta la falta de compromiso. Es mas fácil pasar de largo que bajarse del caballo y hacer la del samaritano.
¡Hay tantos caídos a mi lado, Señor, y yo me hago el distraído!
Ayúdame Señor!! Amén.


martes, 24 de junio de 2014

Juan Bautista, enseñanzas.



El nacimiento de Juan Bautista

Isabel, la prima de la Virgen María estaba casada con Zacarías, quien era sacerdote, servía a Dios en el templo y esperaba la llegada del Mesías que Dios había prometido a Abraham. No habían tenido hijos, pero no se cansaban de pedírselo al Señor. Vivían de acuerdo con la ley de Dios.

Un día, un ángel del Señor se le apareció a Zacarías, quien se sobresaltó y se llenó de miedo. El Árcangel Gabriel le anunció que iban a tener un hijo muy especial, pero Zacarías dudó y le preguntó que cómo sería posible esto si él e Isabel ya eran viejos. Entonces el ángel le contestó que, por haber dudado, se quedaría mudo hasta que todo esto sucediera. Y así fue.

La Virgen María, al enterarse de la noticia del embarazo de Isabel, fue a visitarla. Y en el momento en que Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó de júbilo en su vientre. Éste es uno de los muchos gestos de delicadeza, de servicio y de amor que tiene la Virgen María para con los demás. Antes de pensar en ella misma, también embarazada, pensó en ir a ayudar a su prima Isabel.

El ángel había encargado a Zacarías ponerle por nombre Juan. Con el nacimiento de Juan, Zacarías recupera su voz y lo primero que dice es: "Bendito el Señor, Dios de Israel".
Juan creció muy cerca de Dios. Cuando llegó el momento, anunció la venida del Salvador, predicando el arrepentimiento y la conversión y bautizando en el río Jordán.


¿Qué nos enseña la vida de Juan Bautista?

Nos enseña a cumplir con nuestra misión que adquirimos el día de nuestro bautismo: ser testigos de Cristo viviendo en la verdad de su palabra; transmitir esta verdad a quien no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras vivas de la Iglesia, así como era el Papa Juan Pablo II.

Nos enseña a reconocer a Jesús como lo más importante y como la verdad que debemos seguir. Nosotros lo podemos recibir en la Eucaristía todos los días.

Nos hace ver la importancia del arrepentimiento de los pecados y cómo debemos acudir con frecuencia al sacramento de la confesión.

Podemos atender la llamada de Juan Bautista reconociendo nuestros pecados, cambiando de manera de vivir y recibiendo a Jesús en la Eucaristía.

El examen de conciencia diario ayuda a la conversión, ya que con éste estamos revisando nuestro comportamiento ante Dios y ante los demás.


24 de Junio, Nacimiento de Juan Bautista




Autor: Archidiócesis de Madrid  Fuente: Catholic.net

Su patria chica es Ain Karim.

La madre, Isabel, había escuchado no hace mucho la encantadora oración que salió espontáneamente de la boca de su prima María y que traía resonancias, como un eco lejano, del antiguo Israel. Zacarías, el padre de la criatura, permanece mudo, aunque por señas quiere hacerse entender.

Las concisas palabras del Evangelio, porque es así de escueta la narración del nacimiento después del milagroso hecho de su concepción en la mayor de las desesperanzas de sus padres, encubren la realidad que está más llena de colorido en la pequeña aldea de Zacarías e Isabel; con lógica humana y social comunes se tienen los acontecimientos de una familia como propios de todas; en la pequeña población las penas y las alegrías son de todos, los miedos y los triunfos se comparten por igual, tanto como los temores. Este nacimiento era esperado con angustiosa curiosidad. ¡Tantos años de espera! Y ahora en la ancianidad... El acontecimiento inusitado cambia la rutina gris de la gente. Por eso aquel día la noticia voló de boca en boca entre los paisanos, pasa de los corros a los tajos y hasta al campo se atrevieron a mandar recados ¡Ya ha nacido el niño y nació bien! ¡Madre e hijo se encuentran estupendamente, el acontecimiento ha sido todo un éxito!

Y a la casa llegan las felicitaciones y los parabienes. Primero, los vecinos que no se apartaron ni un minuto del portal; luego llegan otros y otros más. Por un rato, el tin-tin del herrero ha dejado de sonar. En la fuente, Betsabé rompió un cántaro, cuando resbaló emocionada por lo que contaban las comadres. Parece que hasta los perros ladran con más fuerza y los asnos rebuznan con más gracia. Todo es alegría en la pequeña aldea.

Llegó el día octavo para la circuncisión y se le debe poner el nombre por el que se le nombrará para toda la vida. Un imparcial observador descubre desde fuera que ha habido discusiones entre los parientes que han llegado desde otros pueblos para la ceremonia; tuvieron un forcejeo por la cuestión del nombre -el clan manda mucho- y parece que prevalece la elección del nombre de Zacarías que es el que lleva el padre. Pero el anciano Zacarías está inquieto y se diría que parece protestar. Cuando llega el momento decisivo, lo escribe con el punzón en una tablilla y decide que se llame Juan. No se sabe muy bien lo que ha pasado, pero lo cierto es que todo cambió. Ahora Zacarías habla, ha recuperado la facultad de expresarse del modo más natural y anda por ahí bendiciendo al Dios de Israel, a boca llena, porque se ha dignado visitar y redimir a su pueblo.

Ya no se habla más del niño hasta que llega la próxima manifestación del Reino en la que interviene. Unos dicen que tuvo que ser escondido en el desierto para librarlo de una matanza que Herodes provocó entre los bebés para salvar su reino; otros dijeron que en Qunram se hizo asceta con los esenios. El oscuro espacio intermedio no dice nada seguro hasta que «en el desierto vino la palabra de Dios sobre Juan». Se sabe que, a partir de ahora, comienza a predicar en el Jordán, ejemplarizando y gritando: ¡conversión! Bautiza a quienes le hacen caso y quieren cambiar. Todos dicen que su energía y fuerza es más que la de un profeta; hasta el mismísimo Herodes a quien no le importa demasiado Dios se ha dejado impresionar.

Y eso que él no es la Luz, sino sólo su testigo.


sábado, 21 de junio de 2014

Lecturas y Evangelio domingo 22 de Junio de 2014. Corpus Christi.


Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Solemnidad. Blanco
Esta fiesta fue instituida por el papa Urbano IV en el año 126
“con el fin de tributarle a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración, amor y gratitud”. Celebramos que Jesucristo se queda en medio de nosotros en estos elementos sencillos y cotidianos de pan y vino. Así nos invita a compartir su mesa.

1ª Lectura    Deut 8, 2-3. 14b-16a

Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo diciendo: Acuérdate del largo camino que el Señor, tu Dios, te hizo recorrer por el desierto durante esos cuarenta años. Allí él te afligió y te puso a prueba, para conocer el fondo de tu corazón y ver si eres capaz o no de guardar sus mandamientos. Te afligió y te hizo sentir hambre, pero te dio a comer el maná, ese alimento que ni tú ni tus padres conocían, para enseñarte que el hombre no vive solamente de pan, sino de todo lo que sale de la boca del Señor. No olvides al Señor, tu Dios, que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud, y te condujo por ese inmenso y temible desierto, entre serpientes abrasadoras y escorpiones. No olvides al Señor, tu Dios, que en esa tierra sedienta y sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca, y en el desierto te alimentó con el maná, un alimento que no conocieron tus padres.
Palabra de Dios.


Salmo 147, 12-15. 19-20

R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!

O bien: Aleluya.

¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente. R.
Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos. R.

2ª Lectura    1Cor 10, 16-17
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.
Palabra de Dios.


Evangelio     Jn 6, 51-58

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.
Palabra del Señor.


San Luis Gonzaga.



El Patrón de la Juventud Católica, San Luis Gonzaga, nació el 9 de marzo de 1568 en Lombardía. Su entrega a Dios en su infancia fue completa y absoluta y ya en su adolescencia, decidió ingresar a la Compañía de Jesús, pese a la rotunda negativa de su padre, que soñaba para él una exitosa carrera militar. Durante los años siguientes, el santo dio pruebas de ser un novicio modelo. 

Estando en Milán y por revelación divina, San Luis comprendió que no le quedaba mucho tiempo de vida. Aquel anuncio le llenó de júbilo y apartó aún más su corazón de las cosas de este mundo. 

Por consideración a su precaria salud, fue trasladado de Milán a Roma para completar sus estudios teológicos, siendo los atributos de Dios los sus temas de meditación favoritos. 

En 1591 atacó con violencia a Roma una epidemia de fiebre; los jesuitas abrieron un hospital y el santo desplegó una actividad extraordinaria; instruía, consolaba y exhortaba a los enfermos, y trabajaba con entusiasmo y empeño en las tareas más repugnantes del hospital. 

San Luis falleció en la octava del corpus Christi, entre el 20 y 21 de junio de 1591, a los 23 años de edad. Fue canonizado en 1726. 


martes, 17 de junio de 2014

¿Cómo amar a los adultos mayores?




-DÉJALO HABLAR... porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.

-DÉJALO VENCER... en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.

-DÉJALO IR A VISITAR... a sus viejos amigos porque entre ellos se siente revivir.

-DÉJALO CONTAR... sus historias repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchamos.

-DÉJALO VIVIR... entre las cosas que ha amado, porque sufre al sentir que le arrancamos pedazos de su vida.

-DÉJALO GRITAR... cuando se ha equivocado, porque los ancianos como los niños tienen derecho a la comprensión.

-DÉJALO TOMAR UN PUESTO... en el automóvil de la familia cuando van de vacaciones, porque el año próximo tendrás remordimientos de conciencia si el abuelito ya no está más.

-DÉJALO ENVEJECER... con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la naturaleza.

-DÉJALO REZAR... como él sabe, como él quiere, porque el adulto mayor descubre la sombra de Dios en el camino que le falta recorrer.

-DÉJALO MORIR... entre brazos llenos de piedad, porque el amor de los hermanos sobre la tierra, nos hace presentir mejor el torrente infinito de amor del Padre en el Cielo.


sábado, 14 de junio de 2014

Carta de un hijo a los padres.


No me des todo lo que te pida,a veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar. 
No me grites, te respeto menos cuando lo haces,
y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
 


No des siempre órdenes...
Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas
yo lo haría más rápido y con más gusto.

 
Cumple las promesas, buenas o malas...
Si me prometes un premio dámelo,
 
pero también si es castigo.
 


No me compares con nadie,
especialmente con mis hermanos.
 
Si tú me haces lucir mejor que los demás alguien va a sufrir,
 
y si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra.

 
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer:
 
decídete y mantén esta decisión.


Déjame valerme por mí mismo,
sí tú haces todo por mí yo nunca podré aprender.


No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti,
 
aunque sea para sacarte de un apuro...
 
me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
 


Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice,
 a veces ni yo mismo lo sé. 


Cuando estés equivocado en algo admítelo
y crecerá la opinión que yo tengo de ti,
 
y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.

 
No me digas que haga una cosa y tu no la haces,
 
yo aprenderé y haré siempre lo que tu hagas aunque no lo digas,
pero nunca haré lo que tu digas y no lo hagas.

 
Enséñame a amar y conocer a dios,
no importa si en el colegio me quieren enseñar
porque de nada vale si yo veo que tu ni conoces ni amas a Dios.

 
Cuando te cuente un problema mío no me digas:
 
no tengo tiempo para boberías o eso no tiene importancia,
trata de comprenderme y ayudarme.

 
Y quiéreme, y dímelo, a mí me gusta oírtelo decir
 
aunque tu no creas necesario decírmelo.



El Cristo de San Damián.



El crucifijo de San Damián es un icono de Cristo glorioso. Es el fruto de una reposada meditación, de una detenida contemplación, acompañada de un tiempo de ayuno.
El icono fue pintado sobre tela, poco después del 1100, y luego pegado sobre madera. Obra de un artista desconocido del valle de la Umbría, se inspira en el estilo románico de la época y en la iconografía oriental. Esta cruz, de 2'10 metros de alto por 1'30 de ancho, fue realizada para la iglesita de San Damián, de Asís. Quien la pintó, no sospechaba la importancia que esta cruz iba a tener hoy para nosotros. En ella expresa toda la fe de la Iglesia. Quiere hacer visible lo invisible. Quiere adentrarnos, a través y más allá de la imagen, los colores, la belleza, en el misterio de Dios.
Acojamos, pues, este icono como una puerta del cielo, que nos ha sido abierta merced a un creyente.
Ahora nos toca a nosotros saber mirarla, leerla en sus detalles. Ahora nos toca a nosotros saber rezar.
El de San Damián es, se dice, el crucifijo más difundido del mundo. Es un tesoro para la familia franciscana.
A lo largo de siglos y generaciones, hermanos y hermanas de la familia franciscana se han postrado ante este crucifijo, implorando luz para cumplir su misión en la Iglesia.
Tras de ellos, y siguiendo su ejemplo, incorporémonos a la mirada de Francisco y Clara. ¡Si este Cristo nos hablara también hoy a nosotros! Orémosle. Escuchémosle. Dirijámonos a él con las mismas palabras de Francisco:

«Sumo, glorioso Dios,

ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame
fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento,
Señor,
para cumplir tu santo y verdadero mandamiento» (OrSD).



viernes, 13 de junio de 2014

San Antonio de Padua.



San Antonio de Padua, también conocido como san Antonio de Lisboa

 nace en Lisboa, 15 de agosto de 1195 ,muere en Padua, 13 de

 junio de 1231, fue un fraile, predicador y teólogo portugués,

 venerado como santo y Doctor de la Iglesia por el catolicismo.

 Se trata del segundo santo más rápidamente canonizado por la 

Iglesia, tras san Pedro Mártir de Verona.


13 de Junio Día del Escritor.




El día del Escritor, se celebra el 13 de junio de 1874 en homenaje al nacimiento de Leopoldo Lugones en Villa María (Córdoba). Consagrado más tarde como uno de nuestros más prestigiosos escritores.


Dejó una obra abundante y multifacética: escribió poesías, cuentos, ensayos e incursionó en la historia. Fue precursor de toda una generación de escritores argentinos. Como tal, fundó la SADE (Sociedad Argentina de Escritores). Entre sus obras se destaca la inmortal «La Guerra Gaucha».


Falleció en el Delta del Paraná, Tigre, en 1938.



jueves, 12 de junio de 2014

Lecturas y Evangelio domingo 15 de Junio 2014. Santísima Trinidad.


Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (34,4b-6.8-9):

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. 
El Señor pasó ante él, proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.» 
Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»

Palabra de Dios


Salmo

Dn 3,52-56

R/.
 A ti gloria y alabanza por los siglos

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, 
bendito tu nombre santo y glorioso. R/. 

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/. 

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (13,11-13):

Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.

Palabra de Dios

Evangelio


Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-18):

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Palabra del Señor


Oración Especial a la Santísima Trinidad.



Señor, Dios, Padre nuestro,
tú eres mi Dios.
Que tu sabiduría me dirija,
tu gracia me anime,
tu amor me dé alegría, 
tu verdad me proteja, 
tu poder me guarde.
Jesucristo, Hijo de Dios, 
hermano y Salvador mío.
Que tú te hicieras hombre 
es mi gran alegría.
Quiero seguirte;
que tus sufrimientos sean mi victoria, 
tu desgracia mi honor,
tu muerte mi vida,
tu resurrección mi bienestar.


Oh Dios, Espíritu Santo,
tú eres mi bienestar,
conviérteme
porque soy pecador.
Devuélveme a la vida
porque estoy muerto,
despiértame 
porque estoy dormido.


Disponme para la vida eterna.
Ilumina mi mente,
santifica mi voluntad,
fortalece mis débiles fuerzas.
Quédate conmigo,
vive en mi,
permanece conmigo,
oh Santísima Trinidad,
digna de toda alabanza. Amén.


La Santísima Trinidad. 15 de Junio de 2014


Fuente: Catholic.net 

Un solo Dios en tres Personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La Iglesia dedica el siguiente domingo después de Pentecostés a al celebración del día de la Santísima Trinidad,

Un misterio es todo aquello que no podemos entender con la razón. Es algo que sólo podemos comprender cuando Dios nos lo revela.

El misterio de la Santísima Trinidad -Un sólo Dios en tres Personas distintas-, es el misterio central de la fe y de la vida cristiana, pues es el misterio de Dios en Sí mismo.

Aunque es un dogma difícil de entender, fue el primero que entendieron los Apóstoles. Después de la Resurrección, comprendieron que Jesús era el Salvador enviado por el Padre. Y, cuando experimentaron la acción del Espíritu Santo dentro de sus corazones en Pentecostés, comprendieron que el único Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios.

Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además, sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.

Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la diversidad de su misión: Dios Hijo -por quien son todas las cosas- es enviado por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo -en quien son todas las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.

lunes, 9 de junio de 2014

Mi padre es el Piloto.



Un hombre observó a un niño que estaba solo en la sala de espera del aeropuerto, esperando que anunciaran la salida de su vuelo. Cuando el embarque comenzó, el niño fue guiado por la azafata a su asiento de ventanilla.

Casualmente, el hombre que le observaba, tenía su asiento al lado del niño.

Durante todo el vuelo el niño fue muy correcto y conversaba animadamente, en un momento sacó de su bolso un libro y varios lápices de colores, y se distrajo pintado y coloreando diferentes dibujos. No demostraba nada de ansiedad o preocupación por estar en un avión.

En un momento, el avión entró en una tempestad muy fuerte, las turbulencias y las sacudidas bruscas me asustaron, como al resto de los pasajeros.

Pero el niño parecía estar en otro mundo, seguía concentrado en sus pinturas como si estuviera plácidamente sentado en la sala de su casa.

Aterrorizado por la situación, ya que parecía que no íbamos a salir con vida de semejante tormenta, me llamó la atención el comportamiento de este niño, ya que en ningún momento expresó miedo alguno.

Casi sin voz por el miedo, le pregunté: ¿No tienes temor, no te das cuanta de que podríamos estrellarnos?.

Con una voz de absoluta paz y levantando los ojos rápidamente de su libro me respondió: No, no tengo miedo. ¡Mi padre es el piloto de este avión!

Cuantas veces has pasado por fuertes tempestades, por crisis, problemas, situaciones extremas, de las cuales pensaste que jamás ibas a salir y sin embargo sin darte cuenta, de repente, todo pasó. Cuando eso ocurre normalmente pensamos que hemos tenido mucha suerte.

Pero déjame decirte que no es la suerte la que te hace salir de una situación dolorosa. Sin que lo notes, ni lo veas, tú y yo tenemos un piloto, que nos lleva por este mundo las 24 horas del día. Él cuida de nosotros, está a nuestro lado cuando atravesamos las situaciones más difíciles y nos ayuda a llegar a nuestro destino, sanos y salvos.

Como el niño confiaba en su padre, aprendamos a confiar en ese maravilloso piloto, que nos cuida y ayuda con muchísimo amor a pasar por cualquier tormenta, dificultad o problema, por más difícil que éste sea.

Ese piloto se llama: “JESÚS”.