Es una de las devociones populares más importantes de la Argentina. Su culto fue inicialmente impulsado por los salesianos pero luego tomó su propio rumbo.
Nació en Chimpay, en el valle del Río Negro, el 26 de agosto de 1886 (día de San Ceferino). Fue el último hijo de una dinastía que dominaba el imperio de las pampas iniciada por su abuelo Calfuncurá, al que se le adjudicaban poderes sobrenaturales como controlar el clima en beneficio del repliegue de los malones a las tolderías.
El padre de Ceferino fue el cacique Manuel Namuncurá y su madre, una cautiva blanca llamada Rosario Burgos. Fue bautizado el 24 de diciembre de 1888 por el padre Domingo Milanesio, considerado como el gran "Apóstol de los indios".
Se dice que en su infancia Ceferino sufrió un accidente que casi le cuesta la vida, al caer en las aguas del río Negro. Creció en las tolderías de Chimpay, aprendió a manejar las boleadoras, la lanza y el arco. Su padre lo preparaba para ser su sucesor, defensor de las tierras y de los pocos indios que integraban, por aquel entonces, su tribu.
Fue enviado a Buenos Aires para estudiar cuando tenía 11 años. Por recomendación del ex presidente Luis Saenz Peña ingresa al Colegio Pío IX, de artes y oficios en septiembre de 1897. Se adaptó fácilmente al nuevo estilo de vida y luego de un año estuvo en condiciones de recibir la Sagrada Eucaristía, sabía leer y escribir correctamente y tenía un gran fervor religioso. El ideal que lo acompañaría en su corta vida estaba en la perfección, en buscarla, encontrarla, poseerla y enseñarla al prójimo, siendo Dios la suma de todas las perfecciones.
Luego de asistir a una conferencia sobre las misiones patagónicas, decide ingresar al Seminario y se lo comunica a su protector y amigo, monseñor Cagliero. No deseaba ser rey del imperio de sus ancestros, sino sólo un ministro del Señor para educar y evangelizar a sus hermanos indios. Comenzó a tener problemas de salud por el cambio de clima y el esfuerzo puesto en el estudio. Por este motivo lo envían a la escuela agrícola de Uribelarrea, en la provincia de Buenos Aires donde recupera la salud. La mejora fue aparente y lo trasladaron a una zona más propicia para detener el avance de la enfermedad: a la casa central de las misiones de la Patagonia, en Viedma. Allí lo nombran sacristán del colegio, estudia latín y enseñaba a los niños del lugar.
Cuando monseñor Cagliero fue llamado a Roma, decide llevarlo con él para completar su restablecimiento y que continuara sus estudios en un ambiente ideal para sus propósitos. Llega a Génova el 10 de agosto de 1904. Alternaba sus estudios con visitas a la campiña y a los museos. Tiene una audiencia con el Papa con otros treinta padres superiores de las casas salesianas. Al terminar la audiencia, el Papa Pío X lo llama y le regala un estuche con una medalla de plata. Visita Florencia y Milán y regresa a Turín para reiniciar el curso escolar, pero su salud se resintió nuevamente.
Lo trasladan al colegio salesiano de Villa Sora, en Frascati, cerca de Roma. Su salud está cada vez peor y debe renunciar a sus estudios. Muere el 11 de mayo de 1905 en el Hospital San Juan de Dios en Roma.
El culto
Sus restos volvieron al país en 1924 y reposan en Fortín Mercedes, cerca de Bahía Blanca, donde peregrinan cientos de fieles para solicitar su benevolencia y cumplir promesas. En 1945, teniendo en cuenta el movimiento popular de fe que acompaña su figura, se inician las gestiones para que sea beatificado.
Existe un claro y evidente culto público, tanto su lugar de nacimiento como dónde está enterrado son lugares de peregrinación y culto.
Beatificación de Ceferino Namuncurá
Posteriormente, el 7 de julio de 2007 el papa Benedicto XVI firmó el decreto que declara a Ceferino Namuncurá como beato. El pontífice recibió al cardenal José Saraiva Martins, el por entonces prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, y autorizó a la Congregación a promulgar una serie de decretos, entre los cuales el que declara beato a "Siervo de Dios Ceferino Namuncurá".
El 11 de noviembre de 2007 el enviado papal, cardenal Tarcisio Bertone, proclamó beato a Ceferino Namuncurá, ante más de 100.000 personas en una ceremonia de beatificación en Chimpay, Río Negro, ciudad natal del joven salesiano
El 12 de agosto de 2009, sus familiares, respetuosamente y bajo rito mapuche, trasladaron sus cenizas a la Comunidad de San Ignacio, en el Departamento Huiliches a 60 km de Junín de los Andes (Provincia de Neuquén)
Desde 1924, los restos de Ceferino Namuncurá estaban guardados en Fortín Mercedes, a 130 kilómetros de Bahía Blanca, antigua frontera con el territorio ocupado por los pueblos originarios. La comitiva que transportó los restos estuvo encabezada por el lonco Celestino Namuncurá y el werken Cirilo Namuncurá -ambos parientes de Ceferino-. Los recibieron en su destino más de 500 personas.
Desde entonces, la urna está depositada sobre una roca de un metro cúbico, que solían utilizar los integrantes mayores de la comunidad Namuncurá para subir a su caballo y tiene un fuerte valor simbólico. Alrededor de la piedra, se construyó un monumento con forma de kultrún (el pequeño tambor sagrado para la cultura mapuche), diseñado por el arquitecto y artista Alejandro Santana, quien también realizó el camino del Vía Christi en el cerro de La Cruz, en Junín de los Andes.
El santuario está ubicado a campo abierto, a dos kilómetros de la escuela y centro comunitario de San Ignacio, al pie del cerro que lleva el nombre del beato.
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