Este domingo la Iglesia declara a Juan Pablo II beato. Eso quiere decir que es modelo de seguimiento de Jesús. Que está en el cielo y que lo podemos mirar a él y descubrir cómo seguir a Jesús. Él tenía una expresión que lo ha definido: “el drama de todo hombre consiste en saber quién soy para saber qué es lo que tengo que hacer” Él define de esa manera al ser humano. Es la manera que él tiene de mostrarnos lo que somos. Todos nos preguntamos lo que debemos hacer, son esas las preguntas que nos mueven cada día. Queremos saber qué hacer en cada momento, queremos averiguar cómo y qué hacer siempre. Tenemos la incertidumbre de qué es lo mejor.
Juan Pablo, conocedor de la experiencia humana, nos dio una clave. El camino es descubrirse a sí mismo. Hacer el camino que nos lleva al corazón, lugar donde habita la realidad de nuestro ser, espacio donde se manifiesta la verdad de lo que somos. Quienes somos, lo que somos. Una vez que nos hayamos encontrado con la verdad de nuestro ser, verdad que nadie ve, sino que solamente Dios conoce. Solamente ahí, solamente en la verdad de lo que somos se podrá percibir el modo en el que tenemos que obrar.
Eso significa ser fieles a nuestra propia conciencia, ser fieles a nosotros mismos. Seguir las intuiciones que en nuestros corazones habitan. De eso se trata la libertad, la fidelidad a uno mismo. No copiar formatos externos, sino que dejarse guiar por lo que somos en lo más profundo a nosotros mismos.
Ahí es donde habita Dios, ahí es donde su voz nos habla, ahí es donde se da el encuentro íntimo entre Él y yo. Saber qué dice esa voz en lo profundo es la urgencia de estos tiempos. Necesitamos saber quiénes somos para saber qué es lo que tenemos que hacer.
Juan Pablo, vos que vivís en la presencia de Dios, intercedé por nosotros que estamos haciendo la inmensa travesía de saber quienes somos, para saber al menos qué tenemos que hacer…
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