Abrir el año con la solemnidad de la Maternidad divina de María es el mejor principio como es también el mejor fin de año. Ella está a la cabeza de todos los santos, es la llena de Gracia por la bondad, sabiduría, amor y poder de Dios; ella es la cumbre de toda posible fidelidad a Dios, amor humano en plenitud. No extraña el calificativo superlativo de "santísima" del pueblo entero cristiano y es que no hay en la lengua mayor potencia de expresión. Madre de Dios y también nuestra.
“En adelante todas las generaciones me llamarán feliz” (Lucas 1:48)
ORACIÓN
«Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te hacemos de nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen llena de gloria y bendición».
«Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor».
Amén.
Amén.
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