Dichoso quien sabe mirar a los otros con los ojos de un amigo, y acoge a cada persona sin prejuicios de cultura, religión o raza.
Dichoso quien se empeñan en vivir en armonía con sus familiares, vecinos, compañeros, extranjeros, superando las inevitables dificultades propias de las relaciones humanas.
Dichoso quien no guarda rencor, no da importancia a palabras y gestos desagradables, y no obliga a otros a vivir según sus criterios.
Dichoso quien comunica con dulzura y escucha las razones de los demás, sobre todo las de los más débiles.
Dichoso quien es tolerante consigo mismo y convive serenamente con sus propias limitaciones y con las de los demás.
Dichoso quien estimula al bien, para construir un mundo en el que todos puedan sentirse a gusto.
Dichoso quien acoge el valor de las diferencias que caracterizan a cada hombre y cada mujer de nuestro planeta, porque esas diferencias muestran el "Nombre" con el que Dios llama a cada uno de nosotros.
Dichosos quienes cultivan en su corazón un sueño: que, dejando salir los colores de nuestra diversidad, veremos aparecer en el cielo un gran arcoíris, en señal de fraternidad y de paz, que vestirá de luz y de fiesta al mundo.
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