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domingo, 27 de marzo de 2016

El Sepulcro vacío.



¡JESÚS HA RESUCITADO! (20–21)

(Mt 28.1-10; Mc 16.1-8; Lc 24.1-12)
1 El primer día de la semana,a María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. 2 Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:
–¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!
3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 4 Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5 Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. 6 Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, 7 y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó. 9 Y es que todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Oración.


Señor Dios, Padre amoroso:
En la noche antes de entregarse a la muerte,
tu Hijo Jesús se dio a sí mismo a sus amigos
en forma de pan para ser comido
y en forma de vino para ser tomado y compartido.
Mientras estamos reunidos aquí para este santo banquete,
te pedimos que tu Hijo se dé de nuevo a nosotros,
para que aprendamos de él
a entregarnos los unos a los otros
y que la fuerza para ello venga
del mismo Jesucristo, nuestro Señor.
Señor Dios y Padre nuestro:
En este banquete de Jesús, tu Hijo,
nos ha ofrecido el pan de fidelidad.
Como Judas o Pedro,
nosotros, a veces, también le hemos traicionado,
cuando rompimos nuestra amistad contigo
y cuando negamos a nuestro prójimo
el derecho a ser libre y feliz.
Queremos que, de ahora en adelante,
él sea nuestra fuerza
para llevar justicia y dignidad
incluso a los últimos y menos considerados
entre nuestras hermanas y hermanos.
Que sea también nuestra fuerza
para construir entre todos
tu comunidad de alegría y esperanza,
en la que viva Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro
por los siglos de los siglos.

Oración.


Te doy las gracias,
Jesús, Cristo crucificado,
porque tú eres mi sabiduría.
Tú, Jesús,
locura de Dios,
eres mi sabiduría.
Tú, Jesús,
debilidad de Dios,
eres mi fortaleza.
Te doy gracias,
porque escogiste a los tontos,
para avergonzar a los inteligentes;
porque escogiste a los débiles,
para avergonzar a los fuertes.
Porque escogiste a la gente común y despreciada
para rebajar a la élite y la jet set;
porque escogiste lo que no es nada
para rebajar al poderoso.
Jesús,
que me abra y descubra
la sabiduría y la fuerza de tu cruz,
que ella me guie y me conduzca
en mi trabajo con la gente.
Que ella acompañe cada día
mis luchas y esperanzas.