Domingo 24 - Domingo II de Cuaresma. Morado.
LECTURA
Gn 15, 5-12. 17-18
Lectura del libro del Génesis.
Dios dijo a Abrám: "Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta
las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia". Abrám
creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
Entonces el Señor le dijo: "Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los
caldeos para darte en posesión esta tierra". "Señor, respondió Abrám,
¿cómo sabré que la voy a poseer?". El Señor le respondió: "Tráeme una
ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una
tórtola y un pichón de paloma". Él trajo todos estos animales, los cortó
por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros.
Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las
espantó. Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un
gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente
oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los
animales descuartizados. Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám
diciendo: "Yo he dado esta tierra a tu descendencia".
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 26, 1. 7-9. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi
salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es
el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? R.
¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz, apiádate de mí y
respóndeme! Mi corazón sabe que dijiste: "Busquen mi rostro". R.
Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira
a tu servidor, Tú, que eres mi ayuda; no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi
salvador. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los
vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
EVANGELIO
Lc 9, 28b-36
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para
orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron
de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y
Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús,
que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño,
pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres
que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús:
"Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías". Él no sabía lo que decía. Mientras
hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos
se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía:
"Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo". Y cuando se oyó la voz,
Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron
a nadie lo que habían visto.
Palabra del Señor.